viernes, 17 de septiembre de 2010

ASI FUE LA GUERRA (resumen de : revista muy interesante)

La Gran Guerra así se la llamó, por la magnitud del acontecimiento– resulta crucial en la historia contemporánea ya que, por primera vez, estallaba una contienda entre países industrializados. Fue una época de grandes ejércitos, pero sobre todo de naciones enteras, cuyos recursos se pusieron al servicio de la contienda. La resolución del conflicto, pronto se vería, llegaría no por la victoria militar según las artes de la guerra, sino por el agotamiento de alguna de las partes.

El año 1914  no es una fecha convencional y marca una nítida línea divisoria en la historia de Europa. La guerra cambió la civilización occidental, en un corte brusco y profundo, sin parangón. Cuesta encontrar otras coyunturas históricas con similar transformación en un periodo tan breve. Primera evidencia: hasta entonces las potencias europeas tenían un dominio indiscutible del mundo, pues la vitalidad económica de Estados Unidos carecía de la correlativa superioridad militar.

Aumentó además el control político de la sociedad, para evitar disidencias críticas que cuestionasen el patriotismo. La libertad individual se vio restringida y se acentuó el autoritarismo incluso en los países liberales, pues los países militarizados lo subordinaron todo a la victoria. Tales rasgos no desaparecieron en los convulsos años que siguieron a la guerra, cuando las democracias pasaron por serios apuros.
La causa de la Gran Guerra ha sido una de las cuestiones históricas que más ríos de tinta ha hecho correr, desde que el Tratado de Versalles estableciese la culpabilidad de Alemania.
 La agresividad alemana contribuyó decisivamente al estallido del conflicto, pero éste se gestó por la rivalidad entre las grandes potencias.
 La enemistad entre Alemania y Francia –que, en 1870, había tenido que ceder Alsacia y Lorena a la primera– fue una constante. En último término, y sin desechar la influencia de las rivalidades económicas, el conflicto lo alentaron los nacionalismos. Éstos eran ahora sentimientos de masas, que compartían orgullos y rencores. Su identificación patriótica daba respaldo social a las políticas estatales de prestigio o de intereses.
En Europa se había construido un complejo sistema de alianzas, al que se ha responsabilizado de la situación que llevó a la guerra. Tal política creó un volcán capaz de arrastrar a la catástrofe, más allá de las voluntades de quienes tomaban las decisiones. Sin embargo, el sistema había sido el telón de fondo de la larga etapa de paz iniciada en 1870. Su impulsor, el canciller Bismarck, buscaba así la seguridad de la recién nacida Alemania, no tanto su hegemonía.
 Su principal objetivo, supuesta la hostilidad de Francia, era evitar que ésta lograra una posición de fuerza con pactos internacionales. Nació así una complicadísima trama de compromisos entre Estados con proyectos de beligerancia común, cuyas implicaciones sobrepasaban al control de cualquier potencia. Con todo, durante sus primeros veinte años, el sistema propició la estabilidad, sin que ninguna tensión amenazara seriamente la paz europea.


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